miércoles, 2 de enero de 2013

La estructura del pensamiento

El hombre es más que el producto de su funcionamiento cerebral, porque la cultura moldea la información que recibe su cerebro.
La sociedad estructura nuestros sentimientos y pensamientos sin darnos cuenta.

Thomas Fuchs, profesor de la Universidad de Hiedelberg, afirma que los recuerdos son construcciones mentales que se producen en el momento en que se evocan y no imágenes existentes; y que ningún recuerdo siempre es igual. Pasa lo mismo con los valores sociales que deben actualizarse continuamente. Sin embargo, la influencia de la cultura, estructura el cerebro en forma duradera.

Todo lo que aprendemos son estructuras flexibles y temporales; e incorporamos modos de relacionarnos y no personas.

Asimismo, el cerebro, sin el trasfondo cultural, tiene una función necesaria pero no suficiente. No percibimos nunca objetos sin relación con nosotros, o sea que no tengan significado. Los objetos sin significado no los podemos ni entender ni interpretar, porque la percepción va siempre unida a la acción.

El individuo total vive inmerso en un mundo de relaciones y la cultura se da entre cerebros no dentro de ellos. La cultura se encuentra en la interacción con otros y sus producciones literarias, musicales, pictóricas, etc.

Fuchs considera que el ser humano es demasiado complejo para que pueda ser conocido por la neurociencia; porque además de un sistema neuronal, el hombre tiene una vida, vive en un mundo y se relaciona; y todos estos procesos no se pueden describir en forma material.
Victor von Weizsächer, afirma que para estudiar la vida hay que participar en ella e investigar las interacciones entre las personas más que sus cerebros aislados.
Los conocimientos teóricos ayudan menos que la práctica de conductas apropiadas; porque es la experiencia la que modifica los modelos de relación inconsciente, y el cerebro aprende en esas relaciones.



Fuente: “Investigación y Ciencia-Mente y Cerebro”, entrevista a Thomas Fuchs, realizada por Steve Ayan y Christian Wolf. Enero/feb.2010




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